Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«Escucha, cielo, y hablaré. oiga la tierra las palabras de mi boca. Que mi enseñanza descienda como lluvia y mi palabra caiga como rocío como aguacero sobre la hierba como chaparrones sobre el pasto. Yo voy a proclamar el nombre del Señor: ¡den gloria a nuestro Dios! El es la Roca: su obra es perfecta, todos sus caminos son justos; es un Dios fiel y sin falsedad, justiciero y recto.
Deuteronomio 32, 1-4
Pero la parte del Señor es su pueblo. La porción de su herencia es Jacob. Lo encontró en una tierra desierta, en la soledad rugiente de la estepa: lo rodeó y lo cuidó. Lo protegió como a la pupila de sus ojos. Como el águila que impulsa a su nidada. revoloteando sobre sus pichones. así extendió sus alas, lo tomó y lo llevó sobre sus plumas.
Deuteronomio 32, 7-11
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