Silencio de Dios

Dice Santa Teresita que durante años, ¡años!, sufrió el desierto espiritual. El mismo inició poco después de que anunciara su entrada al Carmelo, luego justo antes de entrar al noviciado y -el más fuerte de todos-, durante los meses previos a su muerte. No obstante, Santa Teresita utilizó este ‘silencio de Dios’ como una ofrenda de sufrimiento por la salvación de las almas. Lo vio como una herramienta que le daba Dios para su santidad…

Pero enfrentar los desiertos no es fácil, sobretodo cuando nuestra fe no es, ni por cerca, madura como la de Santa Teresita. Entonces, ¿qué podemos aprender de ella para ‘darle la vuelta’ al desierto espiritual? Una forma es adoptando su ‘pequeño camino de fe’, el cual consiste en ver y aceptar nuestra pequeñez; vernos como niños ante Dios y saber que Él nos ama tal y como somos…

Y es que cuando se entra al desierto, cuando no sentimos el calor de Dios ni su cercanía, es cuando más tenemos que simplificar nuestra vida de fe: hacernos pequeñitos como niños y ‘descansar’ totalmente en el regazo de Dios y su Madre. Sin complicarnos, sin buscar los por qué de nuestra aspereza, sin excavar el pasado con sus pecados y sus historias tristes.

Continúa leyendo en: «Enfrentando el desierto»

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