Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
Oración continua
8. Permanezca cada uno en su celda, o en las proximidades, meditando día y noche la ley del Señor (cfr 1P 4,7), a no ser que se halle justificadamente ocupado en otros quehaceres.
Renuncia a la propiedad y comunidad de bienes
10. Ningún hermano considerará nada como suyo propio. Tenedlo todo en común (cf Hch 4,32; 2,44). El prior, por medio del hermano que haya designado para ese oficio, distribuirá a cada uno cuanto le haga falta (cf Hch 4,35), atendiendo a la edad y a las necesidades personales.
Práctica del silencio
8. Valora el Apóstol el silencio, por el hecho de imponerlo en el trabajo (cf 2Ts 3,12). Y como afirma el Profeta: Obra de la justicia es el silencio (cf Is 32,17). Y en otro lugar: “Vuestra fuerza estriba en callar y confiar” (Is 30,15). Por tanto, ordenamos que guardéis silencio desde la terminación de completas hasta después del rezo de prima del día siguiente. Fuera de este tiempo, aunque la práctica del silencio no sea tan estricta, evitad cuidadosamente la charlatanería; pues, como enseña la Escritura y lo abona la experiencia: “En el mucho hablar no faltará pecado” (Pr 10,199. Y: “Quien suelta los labios, marcha a la ruina” (Pr 13,3). Y también: “El locuaz se hace odioso” (Si 20,8). El Señor, a su vez, advierte en el Evangelio: “De toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio” (Mt 12,36).
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