Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
“Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve. Aunque fuesen rojos como la púrpura vendrían a ser como la lana blanca” (Isaías 1 ,18). Ha echado “tras de sí” todos nuestros pecados, y no recobrarán vida en su memoria (Isaías 38,17). Aplícate estas confesiones divinas: “¿No es Efraín mi hijo predilecto, mi niño mimado? Porque cuántas veces trato de amenazarle, me enternece su memoria, se conmueven mis entrañas” (Jeremías 31,20).
La compunción deja de ser auténtica sin esa confiada y tranquilizadora certeza. Desconfiar del perdón es injuriar .al corazón paternal de Dios. Si el Ermitaño llora al recordar sus extravíos, que sean lágrimas de gozo. Dios es más admirable cuando restaura que cuando crea. En la vida espiritual nada será definitivo, pero tampoco hay nada irreparable.. El P. de Foucauld escribía a L. Massignon: “No, las faltas pasadas no me espantan… Los hombres no perdonan porque no pueden devolver la inocencia perdida; Dios perdona porque borra hasta las manchas y devuelve en plenitud la hermosura primera.”
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