Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
Estos espacios o lugares apartados se terminan convirtiendo en espacios de calidad de vida en cuanto que sus moradores disponen de esos bienes, más apreciados hoy que en el pasado, debido a su escasez, que llamamos bienes inmateriales y que no tienen precio, como son el aire sano, el agua pura, la soledad o el silencio, la belleza natural, los cuales son vistos como indispensables para el equilibrio y la felicidad de las personas y las sociedades.
En tercer lugar el desierto carmelitano nos remite al tiempo de aquellos padres nuestros que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban ese tesoro, esa preciosa margarita de que hablamos, el tiempo de los orígenes, hacia los cuales se mira, sobre todo en tiempos de crisis y renovación, buscando la esencia de la vida carmelitana, el ideal contemplativo.
Extraído de «El desierto en el carmelo descalzo»
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