Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«Generaciones de carmelitas nos han enseñado con el ejemplo a vivir más «dentro» que «fuera» de nosotros mismos, y a ir hacia «el más profundo centro” como dice San Juan de la Cruz (Llama de amor viva B, 1,11-12), porque Dios vive allí, y allí nos invita a buscarlo. El verdadero profeta en la Iglesia es el y la que viene del «desierto», como Elías, rico de Espíritu Santo, y con la autoridad que tienen los que han escuchado en silencio la sutil voz de Dios» (cf. 1 R 19, 12).
«Del silencio y de la oración nacerán comunidades renovadas y ministerios auténticos (cf. Const. 62). Como buenos artesanos de la fraternidad, confiad en el Señor superando la inercia de la inmovilidad y evitando la tentación de reducir la comunidad religiosa a «grupos de trabajo» que acabarían diluyendo los elementos fundamentales. La belleza de la vida comunitaria es en sí misma un punto de referencia que genera serenidad, atrae al pueblo de Dios y contagia la alegría de Cristo resucitado. El verdadero carmelita transmite la alegría de ver en el otro a un hermano al que sostener y amar y con quien compartir la vida».
De «Audiencia a los participantes en el capítulo…»
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