Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
77. El cristiano, llamado a orar en común, debe no obstante entrar también en su aposento para orar al Padre en secreto. La práctica de la presencia de Dios, que es una tradición carmelita, encuentra a menudo dificultades en los tiempos modernos. Debemos por tanto hacer esfuerzos por ayudarnos mutuamente a buscar a Dios mediante la oración orgánicamente unida con la vida cotidiana. Del mismo modo, los carmelitas están llamados a una experiencia más profunda de las formas de oración que están más en consonancia con su propia espiritualidad. Foméntese también entre nosotros la búsqueda de nuevas formas de oración acordes con nuestro carisma.
78. La formación espiritual deberá ir estrechamente unida con la doctrinal y pastoral y ser impartida de modo que aprendamos por ella a vivir en continuo y familiar trato con el Padre por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Vivamos el misterio pascual y busquemos a Cristo en nuestra vida diaria, en la activa participación en la Eucaristía y en la Liturgia de las Horas, y asimismo en los hombres, sobre todo en los pobres, en los enfermos, en los niños y en los que no tienen fe. Toda nuestra vida debe tener un profundo sentido religioso con el cual interpretemos los aconteceres nuestros y del ambiente que nos rodea a la luz de Dios. Toda nuestra vida será así profundamente contemplativa y sabrá ver cuanto nos acaezca como con los ojos de Dios.
Extraído de «Las constituciones Carmelitas»
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