Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«A los 21 años de edad, al desprenderse el corazón de los objetos extraños al verdadero amor, al dejar las cosas que no merecen los afectos del corazón, me hallé en una situación horrible: impulsado por el amor buscaba mi cosa Amada en Dios: más ¡Ay!, yo no la conocía, y ella no se revelaba. No obstante, la pasión del amor no estaba en mí ociosa, sino que crecía de año en año hasta devorar el corazón” (MR 10,14).
“Y fui al claustro, por si acaso allí te encontrara. Yo, aunque muy a oscuras, te buscaba a ti: estaba persuadido de que sólo una belleza infinita podía saciar y calmar los ardores de mi corazón. ¡Cuán lejos estaba entonces de creer que fueses lo que eres! La soledad, sin ti, lejos de calmar la pasión del amor, la fomenta: y el claustro ensanchó mi corazón, encendió mayor llama en el amor. Pero no conociéndote sino como se conoce una persona extranjera, mi tormento era sin comparación más cruel en la soledad del claustro que en el bullicio del mundo” (MR 22,14)
B. Francisco Palau i Quer (OCD), Sacerdote (m)
Tomado de su diario Mis Relaciones (MR)
En Francisco Palau veo al hermano eremita, (además de su faceta misionera) con el que comparto mi devoción por la espiritualidad de la CUEVA. Dejó una huella de contemplación y profetismo. A las cuevas, lugares solitarios, se retiraba con relativa frecuencia, como una necesidad de su ser sediento de Agua Viva, de Presencia… Un saludo en Cristo a todos los visitantes del blog Anawim. Rafael Rodríguez Cantero
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