Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«En el origen, Dios elige un hombre: Abraham. Todo depende de una llamada. La elección de Abraham es un acto de la misericordia de Dios, que quiere salvar a la humanidad por medio de la humanidad. La llamada lleva consigo una exigencia: obedecer. “Sal de tu tierra a la tierra que yo te daré” (Gn 12,1). Salir de la tierra es salir del límite, es romper la estrechez que nos ata. Dios nos lanza a la novedad de lo desconocido. Es llamada a descubrir nuevos horizontes de esperanza. Ser creadores de historia de salvación.
Abraham parte. Para el hombre que se arriesga a decir sí a Dios, todo va en fe y confianza. No hay agarraderos ni referencias. Es el absoluto comienzo de algo que, en la vida, se nos pedirá muchas veces: abandono y confianza. Fiados y amparados solo en Dios, que nos regala seguridad. En su corazón, Abraham sabe que va de la mano invisible de su Dios, que se le ha mostrado como amigo. Un diálogo amoroso en el que Dios y el hombre se comprometen para siempre en fidelidad. Para Abraham, lo fundamental será la confianza en Dios. La confianza le dio seguridad. En el desierto espiritual, no se puede permanecer sin la confianza y el abandono en Dios…»
Extraído de «La espiritualidad del desierto» de Anna Seguí ocd
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