Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«…¿Qué significa entregar nuestra vida y morir a nuestro yo?
Significa entregar nuestros modos de ver las cosas, para que los modos de Dios sean los que rijan nuestra vida, no los nuestros. Significa entregar nuestros planes, para pedirle a Dios que nos muestre Sus planes para nuestra vida, y realizar esos planes, no los nuestros. Significa entregar nuestra voluntad a Dios, para que sea Su Voluntad y no la nuestra la que sigamos durante nuestra vida en la tierra. Es, entonces, un continuo morir a lo que este mundo nos propone como deseable y hasta conveniente.
Pero pensemos: ¿Quién es el dueño de este mundo? Ya Dios nos advierte en su Palabra quién rige el mundo: aquél que es llamado en este pasaje “príncipe (o amo) de este mundo”. Si observamos bien, los valores que nos propone el mundo son muy diferentes a los de Dios. Los criterios de este mundo son también muy diferentes a los de Dios…
Próximos ya a la Semana Santa cuando conmemoraremos la entrega total que Cristo hizo de Sí mismo, perdiendo su vida para darnos una nueva Vida a todos nosotros, es tiempo propicio para una profunda conversión. Reflexionando sobre las palabras del Evangelio y aplicándolas a nuestra vida espiritual, podríamos pedir al Señor esta gracia de conversión profunda que significa el poder comprender y realizar este ideal que nos propone y nos muestra Cristo: morir para vivir, perder para ganar, entregar para obtener…»
Aquí el texto completo de la homilía del pasado domingo 21 de Marzo
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