Un lugar de gran silencio

«…San Marcos nos dice que “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió Jesús y se fue a un lugar desierto (erēmon topon), y allí oraba” (Marcos 1, 35). Vemos que es a un lugar desierto al cual se fue. No sólo es el desierto el mejor lugar para orar, sino que la noche es el mejor tiempo para orar, es decir, “muy de mañana, siendo aún muy oscuro” .

Ambos el cuerpo y el espíritu pueden orar mejor en este tiempo… en un lugar de gran silencio. Podemos imitar a Jesús en esto si nos levantamos muy de mañana y nos sentamos en tranquilidad, en un lugar oscuro, por mucho tiempo, con los ojos cerrados, rezando muchas veces la oración de Jesús. Hay una gran tradición de personas que han imitado a Jesús en esto desde los Padres del Desierto hasta hoy. Este tipo de contemplación es esencial si queremos experimentar la luz interior de Dios brillando en nuestro corazón, iluminándonos del amor de Dios y de la paz celestial.

No es que Dios siempre se nos revela así tan claramente, pero debemos orar así cada día por tiempo suficiente, sentados en quietud, en el silencio del desierto, en la oscuridad de la noche, con los ojos cerrados, enfocados en Dios. Entonces, cuando Dios quiere revelársenos en luz, nos encontrará listos, en quietud, esperando, y abiertos para recibirle…»

Homilía del 16°domingo del año, 22 de julio de 2012 – Pbro. P. Steven Scherrer

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