Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«… Es un milagro, o es el milagro en la precisión del diseño de la naturaleza, capaz de predecir con acierto que pueden haber algunos errores en su desempeño y adaptarse para asumir que esas acciones débiles, de pobre o quizá nula respuesta en el ser vivo, sean suficiente estímulo para activar o duplicar el trabajo de fragmentos cromosómicos vecinos, volviendo plástico al todavía desconocido sistema inmunológico…
A quienes nos han premiado con la posibilidad de ejercer el arte de la medicina deberíamos tener sensibilidad suficiente para interpretar —ojalá lejos de equivocarnos— eso que algunos estudiosos han denominado la plasticidad de órganos tan complejos como el cerebro, principalmente cuando nos refiramos a sistemas como el inmunológico, concepto que debiéramos considerar de manera similar por sus implicaciones clínicas…
Convoco a la comunidad científica para que considere dentro del rigor de su evidencia las otras evidencias: aquellas no tangibles, no cuantificables, no medibles, sobre las que milenarias culturas, por sus creencias religiosas y propias reflexiones filosóficas, han llegado desde su particular visión a entender y adoptar como concepto de equilibrio la organización de las micropartículas atómicas en tantas formas como funciones posibles, advirtiendo su propiedad, virtud y cualidad plástica como principio del micro y macrocosmos».
Fragmentos extraídos de:
El arte de la medicina: entre lo místico y la ciencia: María Claudia Ortega López
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