Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
» …A través del microscopio vi una célula letal de leucemia y decidí que la paciente a la que pertenecía debía estar muerta. Era 1986 y yo estaba examinando una pila grande de muestras de médula ósea sin que me hubieran dicho por qué. Dado lo desagradable del diagnóstico, me imaginé que se trataba de una trifulca legal. Quizás una familia en duelo estaba demandando a un doctor por una muerte que realmente no habría sido posible evitar…
La médula ósea contaba una historia: la paciente se sometió a quimioterapia, entró en remisión, luego recayó, hubo más tratamientos y un segundo período de remisión. Ahí se acababan las muestras. Más tarde me enteré de que la paciente seguía viva, unos siete años después de su experiencia, y de que no se trataba de una demanda legal. El caso estaba siendo considerado por el Vaticano como un milagro en el expediente para la canonización de Marie-Marguerite d’Youville…
… La investigación que hice volvió a sacar a la luz historias dramáticas de recuperación y valentía. Reveló notables paralelos entre la medicina y la religión en términos de razonamiento y propósito y mostró que la Iglesia no ha esquivado a la ciencia en sus deliberaciones sobre lo milagroso. Aunque sigo siendo atea, creo en milagros, esas cosas maravillosas que pasan para las que no encontramos explicación científica. El que esa paciente del principio esté viva 30 años después de su encuentro con leucemia mielocítica aguda es algo que yo no puedo explicar. Pero ella sí».
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