Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«… Personalmente, no tengo ninguna duda al respecto. La oración es un esfuerzo del hombre por llegar hasta Dios. Cuando, por medio de una ferviente oración, nos dirigimos a Él experimentamos una mejoría tanto del alma como del cuerpo. Pienso aquí en Epicteto, el estoico, y en su consejo: «Piensa más a menudo en Dios que las veces que respiras».
En resumen, y a la luz de las evidencias científicas anteriormente mencionadas y constatadas por mi converso preferido, Alexis Carrel, Premio Nobel de Medicina, la oración es una fuerza tan real como la rotación de la Tierra. «Es una emanación invisible del espíritu del hombre, que es la forma más poderosa que el hombre pueda generar». Si adquieres este hábito «te cambia la vida». Dicho de otro modo: la verdadera oración moldea la vida y la verdadera vida exige oración…
A modo de conclusión: el poder de la oración podría congeniarse con el arte de la medicina y configurar el arsenal terapéutico que constituye la solidez del gran médico. Porque, como diría Gandhi, “cuando todos te abandonan, Dios se queda contigo”.
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