Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«Entre el siglo II a. C. y el I de nuestra era, se produce un cambio tanto en la concepción de la enfermedad como en la valoración del médico, transformación que se encuentra atestiguada en numerosos documentos. En el Antiguo Testamento, la enfermedad era entendida como fruto del pecado y la imagen del médico, tanto en las tradiciones profética como histórica y sapiencial, es presentada con rasgos marcadamente pe-yorativos24. Acudir al médico en vez de a Yahvé, era suficiente para que la gravedad de una enfermedad se incrementara25.
La literatura deuterocanónica del período helenístico, revela de qué manera la influencia griega con su respeto por el orden natural, en términos de sympatheía y anti-patheía, como necesario para el bienestar del hombre, fue transmutando la consideración de la figura del médico en Israel. Pero la diferencia entre la cosmovisión griega y la judía radica, en este aspecto, en que los israelitas atribuyen a Dios la soberanía sobre la naturaleza, que de ninguna manera responde a un orden autónomo. Así, Ben Sirá afirma que el médico recibió de Dios el conocimiento de las potencias naturales y que los remedios han sido creados en la tierra por Dios:
«Honra al médico por los servicios que presta, que también a é lo creó el Señor. Del Dios Altísimo viene la curación, del rey se reciben las dádivas. La ciencia del médico le hace caminar con la cabeza alta, y es admirado por los poderosos. El Señor ha creado medicinas en la tierra, y el hombre prudente no las desprecia […]. Él es quien da a los hombres la ciencia, para que lo glorifiquen por sus maravillas. Con las medicinas el médico cura y elimina el sufrimiento, con ellas el farmacéutico prepara sus mezclas»26
Fragmentos de «Milagros de curación en la tradición médica tardo-antigua»
Juan Carlos Alby
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA FE – ARGENTINA
jcalby@hotmail.com
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