Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«De todo lo expuesto hasta aquí, puede concluirse que los milagros de curación en tiempos de Jesús operaban por la palabra imperativa, por el contacto, o por una combinación de ambos. Por el contacto, se creía que la dynamis pasaba de Jesús al enfermo, concepción que si bien no se encuentra registrada en el AT, halla ciertos paralelos en la tradición médica helenística. A su vez, la forma de contacto podía variar entre un toque, un roce o la imposición de una o ambas manos, hasta el uso de sustancias materiales como la saliva o la tierra, coincidiendo en este caso con la concepción griega sobre las potencias curativas de la misma.
Pero además, estas actividades maravillosas no deben ser separadas del contexto teológico para su comprensión, ya que se trata de signos de una realidad mayor que no agotan su significado último en el hecho en sí. De este modo lo entendieron también los gnósticos, cristianos profundamente inmersos en lo más arcaico de la tradición judeocristiana, quienes remontaban la interpretación de los milagros de curación o liberación desde el plano físico al alegórico, espiritual o simbólico. Teniendo en cuenta que la curación implicaría una complicidad del Salvador con la obra del Demiurgo del Antiguo Testamento al que rechazaban tajantemente, tales milagros apuntarían a la sanación de la psyché por la fe o por el pneûma, según la naturaleza antropológica del individuo.
Por lo tanto, para estos cristianos, los milagros son los signos de la realidad precaria e imperfecta de este mundo40. En la misma línea, pero sin el rechazo a la dispensación antigua, Justino entiende que los hechos prodigiosos de Jesús son milagros en tanto constituyan una manifestación de la divinidad, único rasgo que lo distinguiría de un simple taumaturgo: «Pero se nos podría objetar: ¿qué inconveniente hay en que ese que nosotros llamamos Cristo sea un hombre que viene de otros hombres y que por arte de magia hizo los prodigios que decimos y por ello pareció ser hijo de Dios?»41. Justino se responde apelando al valor de la profecía, es decir, creyendo a los Profetas que anunciaron tales acontecimientos antes que a los testigos que los narraron o a los milagros en sí mismos…» (Continuamos en próximo post)
Fragmentos de «Milagros de curación en la tradición médica tardo-antigua»
Juan Carlos Alby
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA FE – ARGENTINA
jcalby@hotmail.com
Pingback: Lista de publicaciones – Desierto de los anawim