Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«Al desaparecer el Imperio Romano de Occidente, médicos árabes, persas y judíos, resguardaron e impulsaron los conocimientos de la medicina griega durante la Edad Media… la teoría de los cuatro humores ejerció entre los médicos mayor influencia en la Edad Media que en la época antigua, debido a que ilustraba de manera gráfica la interpretación filosófica de la salud y la enfermedad; señala que a partir del siglo XII, cuando se conoció en occidente la literatura árabe, estas ideas influyeron en el pensamiento médico y en el ejercicio de la medicina…
Cabe suponer que entre los médicos formados en ese lapso histórico permanecieron vigentes los conceptos hipocráticos de higiene, aunque se puede pensar que la opresión del régimen feudal, las epidemias recurrentes, las guerras, el hambre y otros infortunios, hicieron de la salud una entelequia. Todas estas calamidades contribuyeron a la expansión del cristianismo y con ello nació la firme creencia de que la salud, la enfermedad, el bienestar, la infelicidad y que todo lo concerniente al hombre es designio de Dios…
Para explicar el mecanismo por el cual los hombres adquieren una enfermedad, Paracelso desarrolló un sistema integrado por cinco entes. Acorde con estas ideas, estaba convencido que para que el hombre recupere o conserve su salud es preciso un «alquimista» hábil que separe los principios buenos de los malos que hay en el medio ambiente, pero además requiere contar con el favor de los astros, con la constitución natural de cada ser humano y con su espíritu, todo esto en consonancia con el pensamiento escolástico que dominó el pensamiento durante el medioevo: con la anuencia de Dios, de quien depende la alquimia de la salud que preserva la vida…»
Son fragmentos que escogemos del texto: «Ideas, creencias y percepciones acerca de la salud» de Leopoldo Vega Franco
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