Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«La contemplación del misterio Eucarístico constituye una delicia para las almas; la manifestación externa y social de la fe hace vibrar la devoción personal de cada cristiano y anima el fervor apostólico…»
«… nuestro principio de unidad es el Espíritu Santo. Él nos recuerda que, ante todo, somos hijos amados de Dios; todos iguales, en esto, y todos diferentes…
«Aquél que es devoto y amante de Dios, que disfrute de esta magnífica y brillante fiesta…
Así actúa a veces Dios con nosotros: trastorna nuestros proyectos y nuestra tranquilidad, para salvarnos del abismo que no vemos…»
En realidad, aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. Admiraban a Jesús…
Debemos volver al hecho de que esos hombres buscaban las huellas de Dios; buscaban leer su “firma” en la creación…
La venida del Mesías, que restaura el plan de Dios es motivo y fuente de alegría para todos…
Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados…
Al decir «silencio», en el caso de María, estoy pensando en su disponibilidad y receptividad…