Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«La virtud existe cuando el alma se mantiene en su estado natural. Es mantenida en su estado natural cuando queda como vino al ser…»
«Tiempos fuertes no sólo para orar sino también para recuperar el equilibrio emocional…»
Ellos vivían en soledad y en silencio; nosotros, entre ruidos y distracciones múltiples…
La entrada en este sendero es la oración larga y silenciosa, humilde y perseverante…
“es un momento de la vida espiritual en el que la persona es purificada antes de la unión íntima y transformante con Cristo”…
… un paisaje en el que ya no crece nada, en el que nada puede echar raíces, pero es también lugar de libertad…
«El desierto real es este: hacer frente a las limitaciones reales de la propia existencia y no tratar de manipularlas o rechazarlas con repugnancia…
Después viene la parte más difícil de la subida: la concentración constante de
la mente en Dios…
En último término, las tentaciones de Jesús coinciden con las de cada hombre, desde el principio…
En la oración de quietud sentimos el esplendor de Dios en nuestro corazón irradiando todo nuestro ser y Cristo manifiesta a nosotros en su belleza.
El cimiento fundante de la espiritualidad del desierto lo hallamos en la Biblia.
Participar del espíritu del yermo, es gustar el sabor de la pertenencia amorosa a Dios…