Un encuentro con Jesucristo a la intemperie
«El espíritu de Dios es el que, con la pluma en la mano, sigue escribiendo en el libro abierto de las almas la historia sagrada…»
Y así sucede que su vida, aunque muy extraordinaria, no ofrece sin embargo nada que no sea muy común y ordinario. Son personas que cumplen sus deberes religiosos y los de su estado, lo mismo que aparentemente vienen haciendo los demás…
yo, Dios mío, no te haré más que una sola súplica: «dame un corazón puro» [Sal 50,12]…